lunes, 5 de febrero de 2018

Perfeccionando asanas



"Resiste la tentación de salir del asana justo después de que hiciste los ajustes que sabes hacer. Mantén la postura y espera la señal interna de que es tiempo de salir de ella.
No hay un eje final o una postura final.

El tiempo que debes permanecer en un asana variará dependiendo de tu experiencia, nivel de práctica, nivel de energía en ese día, dificultad de esa asana en particular y de tu constitución."

Geeta Iyengar





Perfeccionar una postura puede llevar mucho tiempo. El punto de partida es reconocer y aceptar el estado actual del cuerpo, pues así se podrá observar cuales son las dificultades que se interponen a nuestro progreso.

Ser conciente de los obstáculos y vivenciarlos en profundidad es lo que te permite vencerlos. Los obstáculos son tensiones y bloqueos que limitan la movilidad corporal. Algunas tensiones han ido cristalizándose durante años y no se pueden borrar de un plumazo, el tiempo es necesario pues hay que llegar a la raíz. Por consiguiente, no se trata de eliminar el obstáculo sino de reconocerlo y comprender sus circunstancias.

Encuentra la tensión, observa dónde se localiza, cuán profunda es y hasta dónde se extiende, qué limitación produce, dónde está su origen, qué molestia causa, experimenta la incomodidad, síguela hasta su raíz y súbitamente comprobarás que algo cambia. La distensión ha comenzado y va aumentando ya estás en el camino correcto... 





Puedes ayudarte respirando con conciencia. Baña mentalmente con la inspiración los músculos tensos, aportándoles oxigeno, energía y vitalidad. Observa como la exhalación disuelve la dureza, la rigidez y la molestia.

El desarrollo del asana supone expandir nuestros límites en el espacio, día a día. Es una experiencia lenta y gradual. Estirar un músculo es más fácil si éste está relajado, y que la relajación implica ausencia de esfuerzo.

Debes explorar y expandir tus límites físicos, para ello tienes que proceder cuidadosamente, tratando con cariño tu cuerpo. No lo violentes ni abuses de él. Durante la estancia en una postura puedes intercalar períodos de pasividad con otros de intensificación y estiramiento gradual.

En la fase pasiva, toma conciencia de todo el cuerpo, saboreando la respiración, la relajación y la firmeza. Cuando sientas que el cuerpo está bien relajado será el momento de intensificar la postura. Ayúdate con la exhalación, ya que cuando sale el aire, el cuerpo se relaja y resulta más fácil estirarlo o comprimirlo.



En ciertas asanas puede resultar más eficaz el acentuarlas con la respiración toráxica/clavicular que alarga la columna vertebral.

En la fase pasiva permanece relajado evitando perder terreno en la postura. En el transcurso de unas pocas respiraciones habrás conseguido progresar sin esfuerzo y molestia. Cuando encuentres un nuevo tope que parezca imposible de sobrepasar, intercala otra fase pasiva aumentando tu conciencia corporal.

Date tiempo, deja hacer, que la postura trabaje por sí misma.

A. Paoletta



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