El Yoga, un amante versátil
El YOGA es un campo muy amplio, inmenso y quizá muchas escuelas desprecian prácticas más vitales o arriesgadas por considerarlo una suerte de gimnástica frente a otros estados de meditación más pasivos físicamente. Es un gran error, pues el hatha no deja de ser un aspecto de la meditación, que utiliza el cuerpo físico como forma de expresión de la mente, la gran dual enemiga-amiga.
Decimos que nuestro cuerpo es un templo al que hay que mantener limpio. Y es cierto, pero un templo no solo es un lugar de culto, sino
es un culto en sí mismo. Es decir, lo que propongo es retomar, fuera de todo prejuicio, la idea del culto al cuerpo, idea que se nutre directamente de las mismas raíces del tan manoseado Tantra.
Hay mucha gente que mantiene grandes prejuicios sobre el yoga, y parte de estos prejuicios no proviene de la televisión, sino de la misma comunidad de practicantes de yoga. Hoy día todavía existen patrones caducos que hacen que el yoga sea visto por muchos de forma distorsionada, dando la sensación de que el practicante de yoga es poco más que un animal rumiante indiferente al ruido feriado de la vida y que habla en diminutivo de la luz y del amor.
Las personas quieren cambios en sus vidas pero a veces los patrones que encuentran cerca son muy exóticos, místicos, poco accesibles y poco prácticos! Muchos nos convertimos en escaparates de nuestro credo, interpretando un papel, a veces incluso haciendo una parodia. Nos quedamos en la superficie, pero no en el espíritu. Parece que sólo podemos abrir la boca para decir cosas trascendentes y cargadas de significado. Y la vida es también alegría, juego, coqueteo.
El trabajo físico reporta muchas gratificaciones, y no solo a nivel de salud. No debe ser menospreciado. Pero a veces el avance en el hatha es como la larga marcha de un elefante herido.
He tratado de resumir algunas ideas que tal vez sirvan de guía de
algunos motivos por los cuales las asanas se vuelven inasequibles:
1. Poca intensidad. La rendición previa a la dificultad de la contorsión, o la idea preconcebida del dolor que producen ciertos estiramientos hace un flaco favor a nuestra sadhana. El rostro ha de permanecer relajado mientras trabaja unitariamente el resto del cuerpo, en el cual hemos derivado, convenientemente, la fuerza e intensidad necesaria. El objetivo es encontrar confort en la postura, por muy complicada que parezca. Es vital reconocer cuáles son las sinergias y antisinergias de nuestra musculatura. Recuerda que no es el músculo lo que buscamos estirar, sino que buscamos el préstamo fascial, que es muy distinto.
2. Falta de variedad. Cambia tu sadhana. Improvisa. Muchos profesores se acomodan en unas cuantas asanas bien por desconocimiento, bien por su propia incapacidad (en posiciones sobre la cabeza o en el mismo loto es muy notable esta pobreza) El yoga es creación continua, es un ejercicio de imaginación combinado con precisión y expresiónn corporal. No puedes esperar cambios si tu práctica es rutinaria. Un asana no es un asana, es un proceso.
3. Falta de conciencia. La concentración es básica. Distraerse con nuestros compañeros, volvernos competitivos o coquetear deriva en una práctica difusa. Deja eso para luego si se tercia. Del mismo modo, si permitimos que la hipoteca, los problemas conyugales, las situaciones laborales irrumpan en nuestra clase, vamos a impedir la perfecta ejecución de nuestra coreografía. El yoga no busca cambiar lo que somos, sino asumir lo que somos.
4. Alimentación. Una dieta adecuada es imprescindible. Y recuerda que es una falacia el creer que comer verde es sano. Recurre a una dietista. Un profesor de yoga no es, necesariamente, un experto en alimentación. Recuerda que somos, hasta que esto no sea refutado convenientemente, omnívoros. Intenta incluir verduras a diario y carbohidratos días alternos. Toma aceite de oliva y alimentos ricos en hierro. Toma mucha fruta y bebe un mínimo de dos litros de agua diarios. Hidratarse en la sadhana es importante pues el músculo se alimenta de oxigeno pero también de agua.
5. Conocimientos erróneos. El yoga es muy preciso; tiene muchas vías para llegar a su realización. Comprende su técnica, libérate de todo prejuicio, rompe las cadenas de tu Gurú, disciplinate y se autodidacta a la par que compartes con un profesional, maestro y tus propios compañeros tus avances...Los títulos en el yoga no son nada, nada garantizan. Busca escuelas que te ofrezcan conocimientos, no prestigio.
6. Destruye al ego. No te empecines en aquella asana que se ha atascado, ni reiteres aquella que domines de forma óptima. Estarás causando apegos y desapegos que derivarán en frustración.
Un día lo imposible se hace realidad y lo cotidiano se rebela.
Nuestro cuerpo se adapta convenientemente y con facilidad a los estímulos del entrenamiento.
Para mejorar tenemos que recolocarnos neurológica y fisiológicamente para ampliar las fronteras alcanzadas.
La amplia riqueza del yoga facilita abordar su práctica desde la estática, buscando la máxima perfección corporal y la tregua mental, hasta la dinámica, buscando una catarsis liberadora y coreográfica coordinadas que hacen que apreciemos cuanto hay de hermoso en el volumen y longitud de la existencia.
Es, pues, el yoga un amante versátil que cubre todas nuestras necesidades de forma absoluta convirtiéndose en una herramienta imprescindible para el desarrollo espiritual del ser humano a lo largo de la historia. El hecho de que no se haya extinguido desde su origen, hace treinta y cinco siglos, asi lo atestigua.
Victor M. Flores
artículo de la Revista digital YOGA