jueves, 29 de septiembre de 2016

Sutras, amor y otras cicatrices (y un poco de vudú) de Frankesyoga III


Sutura y sutra comparten raíz, dice Deepak Chopra, y señalan acercamiento, unión. Yoga y yugo también son hermanos y ambos tienen que ver con hacer de varias tendencias, una. O sea que suturarse los fantasmas interiores, coserse las partes y funciones percibidas como diferentes de la propia mismidad, con la mayor armonía posible, es hacer yoga… o Frankensyoga.  

Escribe Roberto Rodríguez Nogueira ‘Yoga Pirata’

 

Deseo y miedo parecen ser cosas opuestas. No lo son. Son enfoques distintos. Ilusiones, fantasías, fantasmas diferentes del mismo ser. Encontrar la sutura que los une, la expresión secreta y exacta que los vincula aumentará tu consciencia del evento, liberará los fantasmas de su penar. Les permitirá ser lo que son, consciencia y la oportunidad de hacer lo correcto.

Ejemplo: enamorarse.

El intenso deseo de estar con una persona puede ser directamente proporcional al miedo que da sufrir la soledad. Si no se es consciente de ambos extremos, se desea a la persona equivocada. O seremos la persona equivocada. Y en cualquier caso desearemos, pensaremos y actuaremos equivocadamente.
Si no trabajamos y suturamos el miedo junto con el deseo; si no los unimos conscientemente lo mejor que nos sea posible, no estableceremos una relación armónica ni con nosotros mismos ni con nadie. Todo lo contrario, crearemos un laberinto de espejos donde buscando a otro, siempre acabaremos encontrándonos a nosotros mismos donde quiera que miremos, consiguiendo lo que tememos, es decir, estar solos por todas partes.

Seguro que has oído, así o de otra forma, que el mundo (o tu mente, o tu memoria) responde a la intensidad. Si deseas intensamente… ¡premio! Si temes tan intensamente que no quieres ni mirar… ¡el gordo!

Unir, suturar deseo y miedo. Una forma de practicar yoga, como lo es unir respiración y movimiento. Unir correctamente, expresar, suturar nos permite reconocer la sutura básica, la oración, el conjuro, el lema esencial de la vida: todo está conectado.
No puedes pensar correctamente con la emoción equivocada, y tu cuerpo expresará esa incoherencia perfecta e instantáneamente.

Hablando de lo que el cuerpo expresa…

Me gusta mucho lo poco que conozco del vudú. ¿Quién no se asusta ante la idea de ser poseído por un espíritu diferente de aquel que llama yo? Sin embargo el yo es un fantasma entre fantasmas. Y en el movimiento físico, lo mismo que en la danza de quien invoca, se revelan los fantasmas que lo cabalgan a uno.
No pueden esconderse tanto… ni quieren.

En el vudú el brujo es poseído, cabalgado por un ser superior. Por eso me agrada. Lo normal fuera del vudú es ser poseído por fantasmillas del tres al cuarto.
Fuera del éxtasis del vudú, en la vida diaria los fantasmas son invocados y fijados con un entrenamiento sostenido y tenaz del que nadie escapa. No con el atento ritual sagrado, sino con la persistencia habitual de lo cotidiano, de lo que se repite sin consciencia.
Los fantasmas se refuerzan con cada gesto, cada paso, con cada respiración en la que son ellos,  los sufrimientos temidos, los deseos no expresados, las cargas y culpas acumuladas como piedras… quienes realmente gesticulan, caminan y respiran, no el desgraciado huésped que se quiere creer un yo y en el fondo se sospecha montura de fantasmas.

Conjurar a los fantasmas, hallar el acertijo que los disuelve, el hechizo que los revela, la oración que los libera… el sutra. Siempre tengo presente que a  Patanjali se le llama serpiente y gramático, dos cualidades que también posee Hermes, Dios del lenguaje, el significado, la magia. Tal vez no hermanos, pero parientes cercanos, fijo que lo son.

Creo que los yogasutra, además de las revelaciones de Patanjali, han de ser reescritos por cada practicante de yoga. Uniendo respiración con movimiento, pensamiento con acción, culpa con redención, miedo con atrevimiento. Uniendo fantasma con significado y acción útil. Disolviendo posesiones fantasmales. Integrando movimientos coherentes.

 

lunes, 26 de septiembre de 2016

Yoga, voluntad sobre la materia



“Asana significa “postura”, situar el cuerpo como un todo, con la implicación mente y espiritu. Asana tiene dos facetas, posar y reposar. Posar es asumir artísticamente una posición. “Reposar en el posar” significa hallar la perfección de una postura y mantenerla, reflexionando en ella con la penetración de la inteligencia y con dedicación. Cuando el buscador está más cerca del espiritu, las asanas se realizan con extensión, reposo y equilibrio instantáneos.
Al principio se requiere esfuerzo para dominar las asanas. Dicho esfuerzo implica horas, días, meses, años e incluso vidas de trabajo. Cuando el esfuerzo forzado en un asana se convierte en esfuerzo sin forzar, entonces se ha dominado ese asana. De este modo, cada asana debe convertirse en no forzado."  Yogacharya B.K.S. Iyengar





"Igual que los códigos éticos del Yoga purifican nuestras acciones en el mundo, asana y pranayama purifican nuestro mundo interior. Utilizamos esas prácticas para aprender a soportar y superar los dolores y aflicciones inevitables de la vida. Las prácticas yóguicas nos enseñan hasta que punto puede nuestro cuerpo soportar el dolor y cuánta aflicción puede tolerar la mente. Como el dolor es inevitable, asana es un laboratorio en el que descubrimos cómo tolerar el dolor inevitable y cómo transformar el dolor que puede ser transformado. Las asanas nos ayudan a desarrollar tolerancia en el cuerpo y la mente para así poder soportar el estrés y la tensión con más facilidad. En otras palabras, el esfuerzo y sus dolores inevitables forman parte esencial de lo que las asanas nos enseñan. 
Por ejemplo, los estiramientos hacia atrás nos permiten ver el valor y la tenacidad de las personas. Las asanas de equilibrio sobre los brazos enseñan y cultivan la tolerancia. Si puedes adaptarte y equilibrarte en un mundo que está siempre en movimiento y es inestable, sabrás cómo tolerar el cambio y la diferencia permanente." 

Yogacharya B.K.S. Iyengar

Reflexionar y recordar. Recordar y reflexionar

- El yoga es práctico, no teórico.

- La cuestión es como entrenar la mente usando el cuerpo como un instrumento y como "silenciar"
el cuerpo después que la mente este entrenada

- Cada asana es tan importante como cualquier otra.

- Querer hacer esta, la otra y la siguiente postura es un síntoma de mente inquieta.
¿Por qué no mantenerse en la misma postura durante largo tiempo disfrutándola?

- Consolida lo que sabes. No hagas demasiadas posturas o no harás ninguna bien.



- Cuando la postura no es correcta uno se cansa. Por eso la gente se cansa cuando empieza a aprender yoga.

- Extensión es atención.




- La extensión crea espacio; el espacio crea libertad; la libertad crea precisión y la precisión es Dios

- No trates de hacer una postura.  Tratar es una excusa para no hacer. Cuando estas tratando, no estás haciendo.




- La garganta es un chakra, la rueda que purifica, si la garganta esta tensa, es una rueda impura.
Cuando aprendes a relajar la garganta, aprendes a relajar el cerebro porque hay una conexión entre
garganta cerebro.

- Si los ojos son duros, el cerebro está haciendo la postura, no el cuerpo.
Los ojos deben estar siempre relajados.

- Cuando un lado del cuerpo se comporta mejor que el otro, ese lado tiene que ser el gurú del otro.  

- La energía debe ser mantenida dentro del cuerpo. Si se escapa, significa que la postura no está bien hecha. Tan pronto como el cuerpo se pone letárgico, también lo hace la mente.

- En la práctica de asanas, lo más difícil es ajustar el cerebro.





- No existe yogui que diga que no debe existir ninguna tensión. Incluso los cadáveres tienen tensión.
Solo tienes que encontrar la tensión precisa y esto significa mantener la energía dentro del cuerpo.

- Cerebro relajado y cuerpo activo.

- Tanto el exceso de estiramiento como el estiramiento insuficiente no son buenos. Si algo se sobre estira
algo se encoge.

- Trata de comprender donde está el dinamismo en la postura estática. De lo contrario nunca sabrás que es
dinamismo.

- Debes ser introvertido cuando haces las posturas y extrovertido cuando enseñas.

- Tal como las perlas se unen por medio de un hilo, todos los miembros del cuerpo deben estar unidos por el hilo de la inteligencia.

- El ajuste visual es para la parte anterior del cuerpo; el ajuste con la conciencia es para la parte posterior.
Ambos ajustes deben estar perfectamente sincronizados.

- En pranayama los oídos son importantes, en asanas los ojos corrigen la postura.

- Si tu cuerpo te pide más y tú no se lo das, estás haciendo una práctica poco ética.

- Debes aprender a relajarte sin tener que acostarte sobre tu espalda.

Iyengar



lunes, 19 de septiembre de 2016

Principios del Frankesyoga

Frankesyoga y los fantasmas
de Roberto Rodriguez Noguiera "Yoga Pirata"




Vivo mi práctica y mis clases con la felicidad de un friki demente en el laboratorio del Jovencito Frankenstein. Aceptarlo por completo me ha llevado más de veinte años porque… veinte años después me he dado de bruces con aquello de lo que llevo escapando veinte años

La enseñanza que he obtenido, gritando en calzón raído con las barbas desaliñadas al chocar contra la picota de la que huí (gritando en calzón raído y con las barbas desaliñadas) es:
-Jo tío, ¡qué viaje!

No me importa haber llegado al mismo sitio porque, realmente: jo tío, ¡qué  viaje!

Esto me motiva, esto es lo que me inspira para seguir practicando y enseñando. El viaje. El experimento… Y  ahora, el retorno de mis fantasmas.
Mientras miro la picota, el yugo con el que se enjaeza al condenado, pienso en cuántos yugos, en cuántos cepos he confundido con el mío, con mi yoga, hasta volver al primero de la lista.

Es que no eres nada natural. No aprietes. Relaja.
Pero estírate. Tienes que llegar a los pies.
Tienes que apoyar las palmas en el suelo en la flexión de pie. Y no hagas fuerza. Relaja.
No te ablandes. Haz fuerza. Si no haces fuerza no te estiras.
Hay muchas maneras equivocadas y sólo una cierta de hacer una postura.
Hay tantas formas como individuos.
La falta de alineamiento conduce, irremediablemente, a las lesiones.
El exceso de alineamiento conduce, irremediablemente, a las lesiones.
La respiración, abdominal, simple y natural, es la respiración yóguica.
La respiración, si no es victoriana con bandas, con refajo y con libro de salmos sobre la coronilla, no es yóguica ni es ná.
La respiración… ¿Qué respiración? Con asana no hay que prestar tanta atención a la respiración. La respiración, simple y natural. Para eso está el pranayama.
¡Sirsasana, lo menos 10 minutos y hasta tres horas!

-Ah. Y Patanjali ya lo dijo.
-¿El qué?
-Lo que yo te diga que él dijo.
Y heme aquí en calzón corto, dejando de gritar de a poco, sabiendo que todos tienen razón (salvo el trastornao de sirsasana),  incluso los yoguis más rancios y aburridos con el yoga físico conservador, soporífero e infraexplicado (natural-relájate) del que llevo 20 años escapando… Lo que me hace gritar más.

Por eso desde hace años practico y enseño como en el laboratorio del Jovencito Frankenstein. No puedo evitar robar, cortar y pegar los cadáveres más frescos y apuestos e intentar llenarlos de vida…Una afición como otra cualquiera…

Cut up. Cortar y pegar. Como Burroughs.

Si fortalece sin forzar y hace reír, me vale. Sólo los fuertes mantienen la calma y el humor en la tormenta, en la vida, y no sólo sobre la alfombrita. Una clase de yoga tiene que ser un poco tormentosa ¡Vive!¡Está vivo!

Y sin duda, algo del yoga conservador, soporífero y frecuentemente poco y mal explicado (natural)… también resulta útil. A mí, algunas  veces, como descanso profundo y liberador.
A algunos les resulta útil siempre, como camino. No veo que se equivoquen si les funciona. No veo que me equivoque cuando me funciona.

Me equivocaba cuando creía que aquello era para mí, aunque mi intuición me decía que no. Y me volví a equivocar, con toda la ilusión y emoción, con el siguiente estilo, y con el siguiente…
Queriéndomelos creer todos hasta las cachas. Veinte años no es nada, qué febril la mirada…

He explorado esos espacios internos de insatisfacción, temor, dolor o duda creando y borrando el mapa mientras caminaba, aprendiendo a escuchar mi intuición, aprendiendo a reconocer lo que necesitaba, descubriendo que nunca he estado solo. Hay vida más allá del método en el que ya no puedes apoyarte. Hay vida más allá del miedo: ¡estás tú!

Doy por sentado que un practicante de yoga busca formar un espíritu crítico despierto y positivo. Un discernimiento agudo y sereno. Seguir un método, un culto, sin poner nunca nada en duda suele acabar en falsa comodidad o idolatría, en debilidad y estrés camuflado.
Saltar entre métodos puede provocar exactamente lo mismo.

Y por eso ambos caminos pueden funcionar, porque para eso está la práctica del yoga. Para descubrir nuestros espacios de falsa comodidad, idolatría y estrés camuflado. Nuestros fantasmas. Y esto es algo absolutamente personal.
El método o los métodos sirven como apoyos o espejos y cada uno debe elegir, con su mayor sinceridad, su relación con él.

Si un método que sirve para encontrarte a ti acaba separándote de él, es un buen método.

Encontrarse con uno es aceptar la compañía de sus fantasmas dejando de escapar de ellos. Ante mí, junto al yugo, los veo en fila, en calzón raído, con las barbas desaliñadas. Cada uno en su estilo. El castrense iyengarita que se me murió en un guerrero sin saberlo y ahí sigue, sosteniendo. El inquieto astanguita, despeñado en su último y emocionante salto a sentarse, siguiendo el orden perfecto, creyendo que su cuerpo ya estaba escrito y sólo tenía que avanzar pose a pose para encontrarlo. Mi natural sivananda, deprimido por no ser animal de fe, fallecido en sirsasana de aburrimiento y culpa. El clásico auténtico, D.E.P., muerto intentando morirse, intentando no sentir nada. El siempre amoroso, muerto de rabia contenida por no encontrarse dentro la tensión inhumana con la que la ocultaba.

Poco a poco nos vamos mirando. Nos sacudimos la ceniza blanca y nos atusamos las barbas. El sivandita muestra su inocencia infantil, el clásico su inagotable sed de aventura, el ashtanguita su elegante gracia animal, el iyengarita su incontenible pasión contenida. El amoroso la persistencia de su compasión. Son como niños.
Ahora todos somos útiles y bellos. Ellos están en su sitio en la luz, no en la sombra. Todos son útiles. Ahora yo estoy en mi sitio ¡Soy legión! ¡Santa compañía!
El yugo está vacío.
Siempre será imperfecto… Es viaje, no destino.  A fin de cuentas, lo único perfecto es la muerte.
O no… He sentido una colleja y un escalofrío ¡El espíritu de mi amado Iyengar acaba de guiñarme un ojo…!
-Jo tío, ¡qué viaje!

Si, como yo, decides hacerte un Frankensyoga o conocerte a ti mismo en plan bricolaje doméstico, tal vez este código deontológico o receta de laboratorio frankensyóguico pueda ayudarte. Procuraré presentárselo ordenadamente.

1- El cementerio está dentro de ti (con perdón)

No es preciso que agarres el capote, la pala, a Igor, y te vayas al camposanto más neblinoso y de lápidas más torcidas y decadentes a desenterrar al último ahorcado.

Los fantasmas no están fuera.

Cuando encuentras la practica meditativa ideal que te refleja perfectamente y es lo que habías estado buscando siempre, acabas de animar un trozo de tu Frankenstein interno. Has dado vida a una parte de ti que la esperaba pero no tenía energía espacio ni oxígeno para expresarse, así que aullaba en la oscuridad caminando a trompicones con los brazos rígidos, palpando las paredes.
Por ejemplo. Yo he sido y soy muy inquieto y movido. Me pasé varios años practicando un yoga basado en postura-descanso que me aportaba un importante bienestar… una de cada diez sesiones, normalmente cuando estaba lesionado o fatigado por practicar otras cosas donde sí que me movía. Las demás veces intentaba creer con abnegación y estoicismo que la abnegación y el estoicismo eran el camino hacia el Nirvana.

Entonces descubrí el ashtanga.

Era perfecto. No tenía tiempo ni espacio interno para pensar más que en lo que pasaba. Expresar todo el movimiento que llevaba dentro me liberaba de toda tensión. Las relajaciones eran sublimes.
Había animado una parte de mi Frankensyoga. Su corazón. Su movimiento. Algo que estaba en mí y penaba por no tener espacio, energía, oxígeno para expresarse. Ahí empecé un gran viaje con mapa en este sitio

2- Ten claro tu ideal. Tu guión. ¿Por qué estás en esto? ¿Por qué quieres conocerte?

Esto queda muy bien y todos lo decimos, pero en el fondo es mentira. En realidad es imposible tener un mapa previo perfecto (que le pregunten a Ulises por dónde se vuelve de Troya). Vas porque ya sabes que si no lo haces, el dolor permanecerá sin cambios, no porque sepas adónde y por dónde vas. Aunque debes intentarlo.

Frankensyoga es bricolaje inverso. Deconstrucción del sufrimiento, unificación de los fantasmas interiores. Las dinámicas, los procesos, los mapas, surgen con la práctica, con la intención. Que se hace camino al andar, vaya. No hay cartografías definitivas.
Uno puede creer que la prioridad es su ansiedad, o el dolor del cuello. Está ahí por eso, pero cuando se pone a trabajar y extiende ordenadamente los pedacitos de sí mismo en el laboratorio, se pone a coser y da el chispazo: ZASKA! El dolor de cuello o la ansiedad no están. Ha aparecido algo nuevo, inesperado. Ha aparecido vida.

O lo que es lo mismo, a uno le encanta lo que esta pasando, y puede ser que lo que esté pasando sea que está bocabajo, con la cabeza en el suelo y los pies en el aire, dando zapatetas en el aire como D. Quijote en su penitencia de enamorado. Una de esas cosas  que ni uno ni la literatura jamás ha calificado como de gusto. El mapa era para salir del dolor. El cómo se descubre saliendo.

Básicamente hay un motivo y solo uno para hacer yoga. Haces yoga para sacar del sótano a tu monstruo interno malcosido a pedazos. Papá, mamá, dios, dinero, premio, castigo… cada jirón con su discurso, sus emociones, sus temores y sus deseos, su mundo, su forma de respirar, de moverse y mover tu cuerpo, de dolerse… su vida. Su vida de fantasma.

Los fantasmas están dentro. Ya te lo dije.

Haces yoga para coser lo mejor posible, para unir de la mejor forma posible a ese (mogollón) que piensa dentro de ti tus pensamientos, para aceptarlo y quererlo, para dejar de justificar tus miedos y atreverte a cumplir tus sueños encarando ambos. Para permitirte descubrir cómo la compasión, que empieza dentro sin ser pena por uno mismo, es el pilar de la verdadera fuerza.

O sea, porque duele.

Claro que todo esto, tan complicado, puede aparecerse, manifestarse, poseerte como un dolor de espalda, algo mucho más simple, con menos discurso, y más puñetero.
-Y por que has decidido hacer yoga? -pregunta la profe a la alumna nueva.
-Porque me duele la espalda.
Sin embargo, para aliviar el dolor de espalda también está el pilates, hay escuelas de espalda, de nombre poco equívoco, gimnasias específicas, natación, ejercicios de rehabilitación, entrenadores personales, analgésicos, osteópatas…
La profesora sabe que la alumna vive una metáfora. Su espalda se ha hecho tan presente en su vida que la tiene delante todo el tiempo gracias al dolor y no puede mirar a otro lado. Necesita conocer aquello que va con ella siempre, aquello que ya no puede aguantar más carga. Aquello esencial que  ha dejado atrás y ahora ya no puede dejar de mirar. El ruido y la tensión de las cadenas arrastradas por los condenados fantasmas se ha hecho insoportable. Y necesita el yoga, aunque no sepa exactamente qué mapa está siguiendo para acabar ahí.
-Estás en el sitio adecuado -dirá la profe, que se acuerda perfectamente de que ella empezó también porque le dolía la espalda en el alma.

Hemos hablado de dolor, pero no existe sin su contraparte, el deseo. Si eliges el yoga conviene que asumas que tienes deseos de serenidad, ecuanimidad, sabiduría, tal vez de probadita, inmersión o incluso borrachera espiritual, puede que con experiencias bizarras como viajes astrales, sueños lúcidos, revelaciones, o simplemente encontrar un espacio interno donde los fantasmas no te duelan todo el tiempo. No sabes adónde te llevará, pero algo te dice que es por ahí.

No hay sufrimiento sin deseo, lo mismo que no hay fantasmas fuera. Verdades simples. Conviene conocerlos a ambos, lo que te duele y lo que deseas, porque, y de eso hablaremos otro día, en la tercera parte de esta peli de serie B, suelen ser la misma cosa vista desde lugares o en momentos diferentes. No servirá para trazar un mapa perfecto (ninguno lo es), pero te ayudará a comenzar a poner un pie delante del otro. A eso me refería con “ten claro tu guión”.

Recapitulando:
Asume la responsabilidad de conocerte y reconoce lo mismo tu sufrimiento que tus deseos. Conoce a tus fantasmas. Muévelos.
O: no escapes de tus monstruos. Es tu huida la que los hace así. El error del buen doctor F. fue asustarse y escapar horrorizado de su criatura, no fue error haberla creado. El error nunca es de la criatura.

 


 

Interser - Raices y alas

                                                   Virabhadrasana (postura del guerrero)



"Cuando te detienes y realmente observas, puedes ver que eres sostenido, continuamente, en literalmente innumerables maneras. Esta es la más alta sabiduría del Yoga, la verdad de interser,
de no separación."




                                                         Jean Marie Johnson


Aflojar en la voz, dejar que se quiebre. Aflojar en el tiempo que nos apura y escuchar adentro la voz de otros ritmos. Aflojar la garra que nos lleva desde el cuello o que nos empuja desde la espalda.







"El cuerpo que es siempre un grupo, con diferentes liderazgos, con portavoces, emergentes, chivos emisarios, coordinadores y observadores, es residencia de mitos familiares y leyendas. Cada cuerpo encubre y descubre una leyenda corporal destinada a difundir los mitos familiares corporales."
Qué mitos familiares arrastro?










El supuesto saber que es al mismo tiempo un supuesto poder.
El dolor que puede estar adormecido en el cuerpo del alma, también convocado para que su artesano pueda desarrollarse, examinando el cuerpo sin prejuicios con vocación de modificarlo"

...






Para rumiar lo corporal

"poner el cuerpo...y rumiar sobre nuestro quehacer/ gestar una estructura y digerir lo que haya que digerir/ nuestros jugos gástricos fueron activados con lecturas variadas (cuáles son las que saboreamos mejor?)

lo corporal lo exige.../ saboreamos las bitácoras en la que cada integrante cocina su experiencia (corporal directa e indirecta-mente) integrando el interior de la boca, las costillas, la pelvis, la piel, sabores, olores/ novelas corporales y estilos de observación/ generar nuevos territorios existenciales
y jugar "un poco más" con los "alimentos" que no es posible digerir en la soledad de un único estómago"

Susana Kesselman


Las secuencias ashtanga construyen postura sobre la postura en patrones cada vez mayores, en constante expansion. Estos patrones, como composiciones musicales, juegan con nuestro inherente sentido de forma. Crean tensiones internas que se aumentan, llegan a crescendos, y vuelven hacia la raíz. Nuestros cuerpos son los instrumentos que los juegan. Y tenemos que estar atentos, sintonizados...desde el suelo pélvico hasta la paleta suave, así que el aliento puede resonar y repercutir a través de nosotros en el tono correcto.

La música no tiene sustancia, ni material, y sólo parece efímera. No es un patrón temporal de notas, sino la forma en que las notas se juntan en nuestra conciencia. Cuando las notas se desvanecen, la música continúa, como un pensamiento que pasa a través de nuestras mentes.

La experiencia de la música es la experiencia de la relación. Y la experiencia de la relación es la esencia del yoga. El Yoga es un vínculo entre sí, y así una revelación de la interconexión de las cosas.





"La vida es un viaje maravilloso y yo soy el eterno viajero. El viaje no tiene principio ni fin, ni meta. El viaje mismo es el objetivo. Nacimiento y muerte son dos pequeños eventos de este viaje llamado Vida. En la muerte dejo la ropa vieja, en el nacimiento tengo un traje nuevo. Sigo cambiando de ropa infinidad de veces, pero "yo" el viajero, estoy siempre presente, escondido entre las ropas. Las ropas, las formas siguen cambiando millones de veces, pero el viajero que no tiene forma está siempre ahí, disfrutando de este hermoso viaje llamado Vida. Si te identificas con la forma, el viaje se convierte en un infierno para ti. Si te das cuenta que eres lo sin forma, este viaje se convierte en un deleite. Entonces amigo, descubre lo sin forma escondido en ti y el viaje se convierte en puro goce." 

Milind Birajdar


Cuando abres un libro sobre yoga y comienzas a ojear las espectaculares imágenes de posturas ejecutadas por una mujer o un hombre con una anatomía maravillosa, cuya flexibilidad y tono muscular parecen perfectos, y totalmente adaptados a la exigencia del asana sin que eso parezca perturbar lo más mínimo sus expresiones de absoluta serenidad y armonía, es fácil pensar: ups, yo nunca conseguiré hacer algo así, el yoga no es para mí.

También escucho con frecuencia en las clases comentarios como: “claro, es que tú eres muy flexible”, o “¿crees que podré hacerlo como tú algún día?”; acompañados de una expresión de desánimo, o desilusión.

Mi pregunta es ¿por qué autolimitarte de entrada?

No me cansaré de recordar que la flexibilidad, la fuerza y el equilibrio son condiciones que deben ser entrenadas, requieren dedicación, constancia y aún así, tal vez no llegues nunca a hacer algunas posturas.

Vivimos en una sociedad que fomenta individuos competitivos. Nos educan para obtener unos resultados óptimos, ya sea éxito escolar, profesional, familiar, o social. Es una secuencia en la que fácilmente se pierde la capacidad de disfrutar del proceso, de lo que compone la vida día a día. Si no obtenemos la recompensa que creemos merecer caemos en lagunas de frustración difíciles de manejar, tirando la toalla con proyectos, acomodándonos en actitudes conformistas, o entrando en estados de depresión.

Todo se traslada después a la esterilla como una gran metáfora.

Estamos acostumbrados a hacer una previsión de resultados y los queremos ya. Se pretende ser flexible sin haber dedicado nunca ni diez minutos a estirar en serio después de haber practicado deporte; queremos estar fuertes por el hecho de pisar el suelo del gimnasio; tener la espalda bien a pesar de tener malas posturas en el trabajo; dominar la respiración porque se tiene nariz y hacer posturas estéticamente ejemplares.

El yoga te pone de frente tu realidad física y mental. Cuando empiezas a soltar la columna, a comprobar tus límites anatómicos y a entender que tu cuerpo va a responder a su propio ritmo y no como tu competidor interior te exige, puede haber desconcierto y asoma la frustración con toda su caballería.
Este fenómeno lo llamo “la postura de la foto”. Es la postura que tenemos todos en la cabeza, el ideal del resultado en la apariencia. Lo que te falta por saber es que ese ideal es tan solo una referencia, lo que marca una dirección a seguir y nada más.

Es bueno tenerla presente pero restándole el factor competitivo que nos ha dejado la educación deportiva tradicional, en lo que se refiere a la práctica de disciplinas físicas. Me gusta la idea de rescatar la clásica expresión ¡lo importante es participar!

A veces también es sano olvidarse de la postura y simplemente sentir. Lo que importa es hacerla sin más y transitar por ella para ver qué ocurre, pues no importa tu edad, condición física, o las lesiones que tengas, ya que el yoga es infinitamente flexible no porque trabaje la elasticidad, sino porque es completamente adaptable a ti, seas como seas y estés como estés.

Finalmente puede que tu asana no se parezca nada a la postura de la foto, pero será tan beneficiosa y válida como la de un contorsionista de India.
Entonces la práctica cobra un matiz más profundo en el que esa imagen de referencia está ahí pero no te condiciona y poco a poco va emergiendo tu propia postura. Quizá sea menos bonita que la del libro, menos expresiva que la de la profesora, pero desafiante y tonificante, con el tiempo también relajante y deliciosa.
Y un buen día te das cuenta de que el de la postura de la foto eres tú.
Namaste.
Carla Sanchez




sábado, 17 de septiembre de 2016

Más allá de las fronteras conocidas


¿Tu eres el acontecimiento o la conciencia del evento?

Satyaprem

"Los ordinarios ejercicios físicos desarrollan solamente los músculos superficiales; con ellos es posible volverse un perfecto atleta con un hermoso físico. Pero las Asanas están hechas muy especialmente para desarrollar concienzudamente los órganos internos, el hígado, los intestinos, los riñones, el páncreas, el cerebro, los pulmones, y muy especialmente para llevar un estímulo vivificador al complejo sistema de glándulas endocrinas (timo, tiroides, paratiroides, hipófisis, pineal, etc.) que juegan un importante papel en la economía de la Naturaleza para el mantenimiento de la salud, en el metabolismo, el crecimiento, y muy especialmente para permitir la armonía y perfecta nutrición de las diferentes células que componen los tejidos de nuestro cuerpo físico."  Swami Asuri Kapila